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Neuquén: Un verano bajo las araucarias

05/01/2015



"En verano, no llueve prácticamente nunca sobre Villa Pehuenia", dice Walter Rodegher. "En verano, las aguas del lago son más cálidas que las de la costa atlántica", sigue Carlos Garcés. "En verano, desde la cumbre del Batea Mahuida se ven una buena porción de Cordillera y los dos conos blancos del Lanín, del lado argentino, y el Llaima, del lado chileno", completa Juan Carlos Romero.

Walter es el dueño de la posada Al Paraíso, con vista espectacular sobre el lago y la villa. Carlos, más conocido como Charly, es el capitán de los barcos que ofrecen paseos lacustres por el lago Aluminé. Y Juan Carlos es el responsable del complejo de cabañas Bahía Rosedal, escondido frente a la playa en una pequeña bahía.

Son tres de los pioneros de este lugar. Escuchándolos hablar así frente a estos paisajes se comprende enseguida por qué apostaron todo a este rincón de los Andes, cuando el turismo sólo llegaba a Caviahue, más al Norte, o a Junín de los Andes, más al Sur.

Villa Pehuenia es un pedazo de paraíso ganado sobre el infierno gracias a su perseverancia y obstinación. Hubo que ganarles a las distancias, a los kilómetros de ripio, a las erupciones de los volcanes, a los largos inviernos y sus espesas capas de nieve. Pero el resultado está a la vista de todos los que comparten este secreto a medias, una recomendación que se pasa entre amigos y familiares año tras año: "¿Por qué no van a Pehuenia? Uno se puede meter en el lago. Se come bien, hay BUENOS HOTELES, muchas excursiones y, en pleno enero, podés tener una playita exclusiva para tu familia".

VOLCANES Y LAGOS

Desde Zapala el trayecto es largo para llegar. Y a su vez fue largo desde Neuquén para llegar a Zapala. Pero una vez en Pehuenia, la naturaleza tiene un regalo más para los visitantes, algo así como un upgrade: en casi cualquier rincón de la villa uno tiene vista al lago, sea desde la ventana de su habitación o paseando por los caminos internos. Este truco ha sido posible gracias al volcán Batea Mahuida, que domina toda la comarca.

La historia podría ser parte de una leyenda mapuche, pero la cuentan los geólogos y los guías: el volcán debe su nombre a una batea porque hace mucho tiempo, al entrar en erupción, explotó y tomó esa forma. Al mismo tiempo, parte de su cráter se derrumbó y dejó salir un enorme flujo de lava. "Así se formó la península sobre la que se levantó el pueblo. Y por eso todos pudieron construir cerca del agua y con vista al lago", cuenta Martín Maldonado, de Pehuenia Tours, que ofrece salidas hasta la cumbre del volcán.

Es un buen programa para el primer día. Porque desde allí se ve la geografía circundante y se entiende bien cómo están organizados los dos lagos, el Aluminé y el Moquehue, un poco más arriba, dentro de la Cordillera. Desde la cumbre, es como tener un libro de geografía abierto sobre una doble página con una espectacular foto panorámica. En camino se cruzan bosques de araucarias (o pehuenes en lengua mapuche), los árboles omnipresentes en la región, y se pasa delante de las construcciones del pequeño centro de deportes de invierno de Batea Mahuida. El complejo está al pie del pico que culmina a 1900 metros de altura y cuenta con dos medios de elevación y cuatro pistas para principiantes.

Es un centro distinto no sólo por su ambiente familiar, sino porque es el único administrado por una comunidad mapuche, la de los Puel, pobladores de la villa desde siempre. Como el volcán y la cumbre están sobre sus tierras, en verano cobran un peaje para acceder. Lo mismo para realizar el segundo circuito más popular de la villa: el de las Cinco Lagunas. Se trata de un camino de arena y polvillo volcánico que se abre paso entre hermosos relieves, bordeando una serie de pequeñas lagunas que se formaron entre los lagos Aluminé y Moquehue. El circuito transcurre también sobre las tierras de la comunidad, cuyos miembros brindan informaciones desde una ruca instalada en el ingreso.

El mejor guía para este paseo es otro pionero de Pehuenia, el rosarino Carlos Rovetto, que vende suvenires y delikatessen sobre la "costanera gastrónomica", es decir, el tramo de costa donde se concentran varios restaurantes. Esta zona es la única de Pehuenia que fue adoquinada y está próxima a un minicentro también en plena renovación. Carlos es amigo personal de Mario Puel, el poblador que vive en la parte más alejada de este camino, en un lugar que esconde su rudeza y sus condiciones extremas detrás de un paisaje de alba del mundo. En su presencia, Mario y su esposa no tienen reparo en recibir a los visitantes con deliciosas tortas fritas, mientras cuentan algo de su vida y su región. En camino, Carlos hace todas las paradas necesarias para sacar fotos del Cordón de la Bella Durmiente (cuyas cimas marcan el límite con Chile), de las numerosas parejas de cauquenes que no se asustan con el paso de los autos o para llegar hasta una cascada, sobre el Arroyo Blanco, escondida en medio de los pehuenes en una zona tan virgen que aún no tiene nombre.

BUENA SUERTE

Para entrar o salir de este circuito se pasa sobre el que es seguramente el río más corto del mundo. Por lo menos así lo presentan en Pehuenia: es el Correntoso, que en poco más de 100 metros sale del Moquehue y desemboca en el Aluminé. Los dos lagos y sus villas respectivas conocieron destinos distintos. La del Moquehue fue la primera colonia de la región y durante el siglo XX fue un importante centro maderero que causó, lamentablemente, la tala de grandes extensiones de pehuenes. Hoy, tras el cierre de los aserraderos, se reconvirtió gracias a algunos emprendimientos de turismo aventura, como el camping de montaña Trenel, donde se practican trekking, rappel, canopy, senderismo y mountain bike. Villa Pehuenia, por su parte, estuvo en pleno auge durante las dos últimas décadas. Pero como explica María Luz Laino, la secretaria de Turismo, "el pueblo está construido sobre la península y rodeado por las tierras de la comunidad Puel. No hay en la actualidad más espacio para que Villa Pehuenia siga expandiéndose. Es nuestra suerte, porque así podemos conservarla como aldea de montaña".

De hecho, desde los distintos miradores en la región, las construcciones -casas u hoteles- casi nunca se ven, escondidas en medio del bosque. Es así desde la cumbre del volcán y también desde la ruta que lleva al paso fronterizo con Chile y brinda una vista sobre los dos lagos y la península. Hay varios miradores más, señalizados o no, pero los pioneros del pueblo los conocen y los pueden indicar sobre un mapa para no perderse ninguno durante los paseos.

Estos paseos son terrestres o lacustres. Entre los primeros está el cruce a Chile por el Paso Icalma. Del otro lado de la frontera está Temuco, la gran ciudad del sur chileno, a sólo 130 kilómetros. En verano, otro clásico es el Circuito Pehuenia, donde -como el nombre ya lo anuncia- abundan los araucarias. Es una ruta circular de 130 kilómetros que bordea los dos lagos para seguir hacia las orillas del Ñorquinco y del Pulmarí, más al Sur. Hay arroyos, cascadas y, por supuesto, bosques de pehuenes.

Las salidas lacustres se hacen desde el nuevo muelle del Golfo Azul: una playa donde hay más gaviotas que embarcaciones y donde amarran los barcos de Carlos Garcés, un velero y kayaks que parecen haber sido puestos sólo para agregar toques de colores vivos en las fotos. A bordo de la flotilla de Brisas del Sur se recorre toda la parte occidental del lago y la península. Se bordean islotes donde anidan patos y algunas parejas de cauquenes, que se alejaron del trajín del pueblo.

Carlos, conocido en toda la villa como Charly, se convirtió en estos años en uno de los principales expertos del lago, su fauna ictícola y sus costas. "Con el barco salgo todo el año, incluso en invierno si me lo piden, para ver las costas cubiertas de nieve. En verano agregamos gomones, bicis de agua y kayaks, y organizo salidas de esquí náutico y de pesca", explica. Mientras lo dice, la ecosonda del barco indica que un cardumen pasa por debajo de la quilla. "Aquí los peces más comunes son las truchas. Hay tres especies: las arcoiris, las fontinalis y las marrones", precisa. Pero en realidad la pregunta que le hacen todos sus pasajeros cuando vienen por primera vez es si realmente el lago tiene aguas más cálidas que las de la costa. "El Aluminé es el único lago que conozco en los Andes cuyas aguas elevan sensiblemente su temperatura en verano. Los instrumentos de a bordo me indican un promedio de 23°C en temporada. Por eso uno se puede pasar el día sobre una playita y meterse al agua sin problema".

Todo un privilegio en estas latitudes. La ecosonda indica que el fondo está a más de 100 metros ahora: "El lago alcanza un máximo de 240 metros de profundidad -agrega Charly- y es muy largo. Navegamos en una zona bastante resguardada al pie del volcán, protegidos por la gran lengua de lava de la península. Pero podríamos extender la navegación por horas, yendo hacia el Este, hacia el nacimiento del río Aluminé".

Allá la corriente convirtió al río en una meca del rafting. Mientras tanto, el barco de Brisas del Sur vuelve al muelle, flotando sobre un agua tan cristalina que resulta transparente. Las bandadas de gaviotas apenas se inmutan mientras los pasajeros vuelven a sus autos o a los restaurantes de la costanera. Un día de paraíso en Pehuenia. Se suceden, soleados y perfectos, de la misma manera, uno tras otro, decenas de veces a lo largo de todo el verano.

DATOS ÚTILES

Cómo llegar. Villa Pehuenia se encuentra a más de 300 kilómetros de Neuquén capital (el aeropuerto más cercano). Se accede por la RN 22 hasta Zapala y luego la RP 13.

Dónde dormir. Al Paraíso: fue uno de los primeros hoteles de la villa. Tiene una de las mejores vistas. Cuenta con suites con hidromasaje meriendas deliciosas. info@hosteriaalparaiso.com.ar. www.pehueniaalparaiso.com.ar.

Bahía Rosedal: apart-hotel construido sobre una playita. El predio ha sido plantado por su propietario original con 1200 rosales que alcanzan su plenitud durante todo el verano. www.bahiarosedal.com.ar.

Posada La Escondida: cuenta con la mejor carta gourmet de la villa. www.posadalaescondida.com.ar.

Hostería La Balconada: otro de los establecimientos más antiguos del pueblo, con una gran vista al lago. www.hosterialabalconada.com.ar.

Dónde comer. Además de los restaurantes de los hoteles, la villa cuenta con varios locales, sobre su Costanera Gastronómica, frente al Golfo Azul. Entre ellos está Mandra, fundado por el pionero Carlos Rovetto. Tel. (02942) 498105.

Paseos. Por el lago, con Brisas del Sur (una hora y media en barco o semirrígido $ 200 por persona. Las salidas arrancan a partir de las 10. También se alquilan bicis de agua y canoas, $ 60 por persona. www.excursionesbrisasdelsur.blogspot.com.

Pehuenia Tours: al Batea Mahuida ($ 250 por persona) y al Paso del Arco (un paso a Chile desactivado , dura unas cinco horas: $ 450). Tel. (02942) 15668562.

Actividades de aventura: en Trenel Camping de Montaña (Villa Moquehue). El día multiaventura a partir de $ 180 por persona, según actividades. Acampar cuesta $ 120 por persona por día. Tel. (02942) 15664720.

El 20 de enero Villa Pehuenia organiza la Fiesta del Lago para recordar la fecha de fundación del municipio, en 1989..

Fuente: La Nación


 

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