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Un hogar contemporáneo y con colores frescos

25/02/2014



Dicen que una casa se convierte en un hogar cuando sus dueños la conquistan. Ésta, de estilo moderno, absolutamente cálida, confirma el dicho desde el principio: la proyectó su propietaria, en respuesta al momento de la vida que estaba atravesando. Desde el Estudio que comparte con su socia, Adriana Sierchuk, la arquitecta Gabriela Barrionuevo se dio el gusto de dibujar cada detalle de esa etapa. Los deseos se corporizaron en una casa de dos plantas que cumple con las necesidades de una familia ensamblada, con una adolescente y dos niños. La decisión primordial fue: grandes, arriba; chicos, abajo. El resto se dio de manera espontánea. Eligieron poca variedad de materiales -expresivos a la vista y de escaso mantenimiento- y un estilo decorativo que abriga con sus textiles, su paleta de colores y numerosos objetos con un fuerte valor sentimental. Con techos de hormigón a la vista y pisos de mosaico granítico que se extienden hacia la galería, cada rincón recrea experiencias de su dueña y su influencia se siente desde el camino que conduce hacia la puerta de entrada -por un patio lateral, que da mayor intimidad- hasta la galería, en un diálogo con el entorno que responde a la elección de una vida lejos de la urbe más agitada.

CLAVES DE OBRA

El diálogo con la naturaleza se favoreció a través de ventanales, aberturas en los techos y materiales que llegan hasta el exterior.
Los aventanamientos se ubicaron estratégicamente para generar ventilaciones cruzadas que refrescan la casa y disminuyen el consumo de aire acondicionado.
Un puente de hormigón comunica las dos alas del segundo nivel. Unos 20cm lo separan de las cortinas que caen hasta la entrada principal.
La luz cenital crea distintos climas según la estación y la hora. El juego de luces al atardecer, por ejemplo, transmite cierta teatralidad.

Fuente: La Nación

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